COFRADÍA

MIS RECUERDOS

 

Mis recuerdos

 

Historia de la Cofradía

Soy Jesús Cantó Almodóvar; me pregunta Aurori que cuándo empecé a cantar en los Dolores.

¿Qué puedo contestarle? Pues que siempre he sido un «forofo» de los Dolores, que fue en mi infancia, tendría siete años, cuando empecé como tiple; son tantos años, tantos recuerdos, tantos amigos… que pido disculpas si se me olvi­da alguno de ellos.

En un principio, el coro cantaba en la puerta principal de la Iglesia, formando una herradura, y el mestre, D. Manuel Aznar, nos dirigía mirando al Altar; era un coro algo pobre y estaba acompañado por violines, saxo­fón, clarinete, flauta y trombón.

Con el correr del tiempo, tras la guerra civil, nos colocamos delante de la capilla de Sant Francesc; y como el coro resul­taba flojo para la categoría de los Dolores que requería la Mare de Déu, se le incorporó el Coro Renacer que dirigía Tere Giménez, gran directora de «pianos»; por aquel enton­ces Pilar, la hija del mestre, tocaba el armonio, acompañan­do a los violines, y ayudaba a su padre en la dura tarea de ir formando, año tras año, a los niños que se incorporaban como tiples (recuerdo que el mestre nos reprendía a los niños cuando no ensayábamos bien con una caricia, una bescollá). Al retirarse el mestre, un año nos dirigió Ramón Mas que, ante la falta de nuevos instrumentistas de cuerda que engro­saran el coro, añadió instrumentos de banda al acompaña­miento musical.

Cuando se hizo cargo de los Dolores la Coral Crevillentina, José Ruiz puso como condición para dirigir el coro que se cantase arriba, junto al órgano y con este único acompañamiento; fue entonces cuando las mujeres coralis­tas sustituyeron a los niños en la voz de tiple. Éramos ya un grupo tan numeroso que no cabíamos arriba, en la platafor­ma del coro, por eso sólo estuvimos un año y pasamos a ocu­par el lugar actual, delante de la capilla de nuestra patrona, la Mare de Déu del Roser, y ahora hemos vuelto delante de la Capella de Sant Francesc.

Desde aquellos primeros años, en que arrancan mis recuerdos, que es decir toda mi vida, perduran en mí tantos y tantos hombres que han acompaña­do a la Virgen…

… Víctor Mas el ca­rassa, Antonio Can­dela el carabassa, Antonio Lloret, Juan Pedro Carreres el ca­rreretes, Tomás Gali­pienso el gali, Caye­tano González el caete, Luis Maciá el púa, Vicente Alar­cón el brosses, Francisco Ortuño, Ignacio Pastor, José Mas Caihuela, Vicente Menargues, Guillermo Gallardo el sacrista­net, Antonio Pérez, Eulogio Mas el cometí, Bernabeu el boté, Cisco el bárbera, Paco la conda, mi hermano Antonio, Pepe Mas el bessonet, Manolo el retallero, Manuel Candela el culón, el cura Don Paco…

En fin, para mí es un gran honor acompañar a la Mare de Déu y darle las gracias por poder servirla cantando y rezan­do. A veces, bajando del Calvario y cantanto el «Stabat Mater», me vuelvo y la veo aún allá arriba y su inmenso coro ocupando toda la cuesta, y siempre pienso lo mismo: «em pareix que la Mare de Déu és com una !loca que va guiant, cuidant, els seus pollets».

Y así, cada año, al terminar los Dolores, me despido de Ella pidiéndole que me conserve para cantarle el año siguiente…

 

Virgen de los Dolores